lunes, 4 de abril de 2016


¿Qué mujeres mejoran los resultados de las empresas?


El Fondo Monetario Internacional (FMI) promueve la incorporación de las mujeres al mercado laboral europeo para combatir el estancamiento económico. De hecho, el 7 de marzo de este año, un día antes del Día Internacional por los Derechos de la Mujer y la Paz Internacional, dicho organismo publicó un informe en el que señala que con más mujeres en puestos de dirección en las organizaciones, la economía se dinamizaría por dos razones: habría un aumento en la oferta total de trabajo y los resultados empresariales mejorarían.
Hay estadísticas y muchos estudios que muestran que el organismo que preside Lagarde está en lo correcto. Sin embargo, en mi opinión, esta realidad no es necesariamente lineal. La pregunta es, ¿toda mujer por el simple hecho de serlo aporta un diferencial a su contexto laboral?
A partir de mi experiencia personal y como consultora que ha trabajado en el desarrollo de equipos femeninos de alto rendimiento, puedo decir que las mujeres que marcan una diferencia están en todos lados. Son madres o no, trabajan dentro de sus casas, afuera o en ambos espacios. Son emprendedoras, empleadas, voluntarias, empresarias, artistas, políticas, líderes sociales, hacen leyes, aplican la justicia, cuidan, educan … y la mayoría de las veces, más de una cosa a la vez.

Las mujeres que aportan un diferencial son, en mi opinión, aquellas que comprendieron que con la presencia femenina no es suficiente. Son aquellas que hace rato entendieron que si bien “el cupo” es importante para comenzar a nivelar la participación de las mujeres en la política y que estar sentadas en las mesas en las que se toman decisiones en las organizaciones es indispensable, no alcanza. Presencia sin influencia no cambia el mundo como necesita hacerlo.

En mi opinión, la humanidad necesita repensar qué y cuanto consume, cómo se invierte el dinero público, cómo evitar las guerras, minimizar los niveles actuales de pobreza, cómo combatir la marginación, la explotación y la trata de personas, los índices dolorosos de violencia contra niños y mujeres para que “ni una menos” deje de ser una quimera. Necesitamos generar una cultura de respeto por todo lo que vive y mucho de lo que estamos haciendo conspira abiertamente contra nuestra propia supervivencia como especie. Lo cierto es que el mundo tal y cómo está sencillamente no es sustentable. Por eso, que más mujeres lleguen a espacios públicos y de poder es importante, pero más importante es qué tipo de mujer llega. Si la que llega lo hace para cumplir con una ambición exclusivamente personal y deja sin cuestionar las decisiones que se tomaron y que nos han traído a nivel nacional y global a la realidad actual, ¿por qué sería relevante que ella ocupara ese lugar? Por el contrario, las mujeres de influencia son las indispensables porque saben que este es el reto, este es el desafío. Hacer algo diferente para que la realidad cambie. Y generar masa crítica para llevarlo adelante. ¿Es mucho pedir de nosotras? Tal vez. Porque también es cierto que todavía hoy una mujer no vale lo mismo que un varón, no sólo porque se le llega a pagar hasta un treinta por ciento menos por igual trabajo y con la misma calificación que a un hombre, sino porque lo que es considerado “tradicionalmente femenino”- el cuidado, la ternura, el diálogo, la horizontalidad, la negociación, etc-, sigue estando subvaluado. Pero, a la vez, es precisamente en esta conciencia donde anida la fortaleza. El machismo no es sólo una cuestión de hombres, también de mujeres. Las que importan, las que influyen saben esto y enseñan, trabajan y muestran una manera de hacer diferente.
Por todo esto, hoy más que nunca, la pregunta que aparece con más fuerza es, ¿cómo vamos a cambiar presencia por influencia?

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