lunes, 18 de julio de 2016


Cuando el prejuicio gana, el talento pierde



Por Marilen Stengel


Hace una semana, el lunes 11 de julio de este año, un vuelo de American Airlines en su trayecto Miami- Buenos Aires, sufrió un retraso de una hora y media. Cuando uno de los pasajeros preguntó por la demora, se le explicó que pronto partirían. Cuando el avión ya estaba finalmente en el aire, y la normalidad del vuelo se había instalado, el pasajero que había hecho la consulta se enteró de la verdad acerca del retraso. Lo contó al diario La Nación diciendo: "uno de los tripulantes de cabina, de habla-hispana, me comentó que cuando siete pasajeros se enteraron de que la piloto y la copiloto eran mujeres, se quisieron bajar, hubo que sacar sus valijas y eso demoró una hora y media la salida del vuelo". 

Los pasajeros que decidieron descender del avión ponen de manifiesto de manera inquietante cómo ciertos modelos mentales siguen afectando la percepción de la realidad de algunos en pleno silgo XXI. ¿Pero son los paradigmas el problema? ¿Podemos deshacernos de ellos?

Cada persona es hija/o de su cultura, de su sexo, de su religión, de su tiempo… No podemos evitar haber recibido los modelos que aprendimos que en muchos casos vienen con sesgos de diversa índole. El problema grave sobreviene cuando no conocemos o no cuestionamos nuestros paradigmas y nuestros prejuicios que no son otra cosa que opiniones, por lo general de índole negativa, que nos hemos formado sobre algo o alguien de manera anticipada y sin el debido conocimiento. Y son los prejuicios los que se derivan de nuestros paradigmas.


Una de las mejores maneras para evitar mirar la realidad con preconceptos y, de esta manera prevenir que nuestras acciones se disparen automáticamente a partir de ellos, es cuestionar las propias creencias.  Marshall McLuhan, (1911 -1980), filósofo, profesor y teórico canadiense que influyó en la cultura contemporánea por sus estudios sobre la naturaleza y efectos de los medios de comunicación en los procesos sociales decía: “El pez es el único que no reflexiona acerca del agua en el que vive”. A diferencia de los peces, nosotros necesitamos cuestionarla y a menos que desarrollemos una mayor capacidad crítica respecto de la naturaleza de nuestras creencias, nuestros prejuicios seguirán tiñendo, limitando y lastimando la carrera y la expresión del talento de las personas que trabajan no sólo en las organizaciones sino en la sociedad entera. Porque cuando un pasajero se baja de un avión sólo porque lo tripula una mujer, está trabajando en contra de la carrera de esa mujer y de todas aquellas que de alguna manera "salen del status quo"  a fuerza de competencias y trabajo.


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