sábado, 22 de abril de 2017


El arte de conducir equipos efectivos


Por Marilen Stengel*

Hace unos meses, un profesor universitario del área de Recursos Humanos le pidió a sus alumnos que escribieran a sus superiores una carta que no enviarían. En ella les proponía que expresaran todo lo que jamás se animarían a decirles en persona. Los resultados que obtuvo el profesor apoyan los estudios que señalan que las personas no se van de las empresas u organizaciones, se van de sus jefes.

Sucede que un conductor de equipo es no sólo quien señala las metas a alcanzar y la metodología de trabajo a seguir, sino que es también responsable del clima de trabajo y de motivar a cada miembro de su equipo. Ayudarlo a comprender cómo contribuye al cumplimiento de las metas de la organización y también qué beneficios obtiene el colaborador en el proceso. Ocurre que mucho del malestar que se respira en las empresas y organizaciones tiene que ver con la pérdida de sentido del trabajo. Las personas saben por qué trabajan (porque necesitan dinero, por ejemplo) pero no saben para qué lo hacen (qué desean lograr como personas y como profesionales).  

Para contar con un equipo motivado y efectivo, el líder necesita establecer un vínculo con sus colaboradores, conocerlos, comprender qué los mueve, que los inspira y mantener con ellos una comunicación asertiva, en la que se tengan en cuenta tanto las necesidades del colaborador como las propias y las de la organización. Necesita delegar tareas de manera precisa, con criterios de satisfacción minuciosos y ejercer un control de gestión proporcional a la autonomía del colaborador. Muchas de las quejas de los jefes tienen que ver con que los colaboradores “no hacen lo que se les pide”.  Y en algunos casos puede ser cierto, pero en otros, la comunicación ha sido defectuosa y lo que para uno puede estar “bien hecho”, para otro puede no estarlo. La delegación es un arte y cuando se pauta una tarea se debe especificar qué significa exactamente que un trabajo este bien hecho. Es indispensable acordar criterios objetivos de satisfacción.

Pero además de ser el que propone los desafíos, el líder también necesita ser capaz de celebrar los logros de un colaborador y del equipo, todos necesitamos que nos digan, en de vez en cuando: “¡Buen trabajo!”.

Algunos ejecutivos señalan que no tienen tiempo suficiente para hacer todo esto, pero ¿cuál es la opción? ¿Perder a sus colaboradores y también todo lo que se ha invertido en ellos en tiempo, en capacitación? ¿Trabajar en contextos laborales en los que lo único que se espera es el horario de salida? Las mencionadas son responsabilidades fundamentales de un conductor efectivo, no cumplirlas atenta contra sus propios resultados. Asumirlos es parte del desafío de conducir personas y de desarrollar sus talentos.

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